Lanzó un mensaje de 7 minutos para decir que:
La situación es muy grave. Efectivamente. Si miramos hacia atrás, nos encontramos que Carlos IV mantuvo un gobierno inoperante, en manos de Godoy, amante oficial de Maria Luisa de Parma, dejando a merced el país de la invasión francesa.
Un reconocimiento a la sanidad pública. Él, sin síntomas, y toda su familia, se realizaron los primeros las pruebas para descartar el contagio. Peor fue el comportamiento de su hijo, Fernando VII. Un rey sin escrúpulos. Capaz de vivir en el exilio bajo el pseudónimo del Deseado y lo primero que hizo fue anular las Cortes de Cádiz, su constitución y perseguir a quienes lucharon por la libertad del país. No se quedó corto. Cuando le vinieron mal dadas, aparentó ser el más liberal mientras que por la puerta de atrás avisaba a los Cien Mil Hijos de S. Luis, y restaurar el absolutismo. De ahí a condenar a Mariana Pineda, a Torrijos...a cualquier liberal que se le cruzara por la vista.
Saldremos adelante. Efectivamente. Claro que cuando hablaba así Isabel II se refería a la camarilla de políticos del partido liberal moderado, que, aparte de ser nuevos amantes, dirigían el país para su interés. Desamortización para enriquecer a los burgueses. Campañas militares para enorgullecer a sus militares. Tuvo que salir al exilio desde su retiro en el País Vasco entre tanta corrupción y francachela andante.
Y después llegó Alfonso XII y su pacto de la Restauración. Bipartidismo. Oligarquía y caciquismo. Todos reunidos ante el desastre del 98. Y este no fue la pérdida de las colonias. Fue llegar al S. XX con un país atrasado, analfabeto y lejano de las nociones de libertad y democracia.
Alfonso XIII y su gusto por la autoridad y el militarismo. Tanto que tras el desastre del Annual dejó el país en manos de un militar, un dictador. Miguel Primo de Rivera le salió tan respondón que se llevó a la monarquía por delante. Se repite la historia de su abuela Isabel II.
Es en esos espacios - los seis años del sexenio democrático y los de la II República en los que - a pesar de los errores, muchos - España se dirige hacia una apertura de país con derechos, libertades y cierto desarrollo. Pero claro, eso no beneficia a la élites dominantes, incluidas aquellas que se lavan las manos con generosas donaciones un día antes de declarar un ERTE a la multinacional más importante del país. Nos salió muy caro 40 años de dictadura, con un candidato a mantener el régimen con apellido de familia real, y que - acuciado por las circunstancias - tuvo que aceptar la llegada de una democracia que le está costando otros 40 años quitarse la losa del bipartidismo, la corrupción y las influencias de las empresas dominantes, que, disimulan ( que va justifican y aplauden ) a un rey , Juan Carlos convertido en el imaginario hispano en la pieza clave de la Transición y rey ejemplar por un golpe de estado ( 23F ) fracasado. Y contemplamos - congelados por una nueva desgracia, esta vez global - como el Borbón campechano se ha enriquecido ( con una fortuna inimaginable ) a través de comisiones, chanchullos y demás en nombre de España. Lavando dinero a través de amantes y testaferros.
Y el discurso se ha acabado. He tardado en escribirlo más de 7 minutos. Como el de Felipe VI no tiene ningún valor, trascendencia ni significado alguno para los españoles y ciudadanos que están sufriendo esta lacra, una enfermedad síntoma de un sistema capitalista que devora todo. Arrasa económica, social, política y sanitariamente.
Se cree Felipe VI que haciendo una operación de imagen - rechazando una herencia que hasta que no llegue el momento no puede rechazar - y quitando la asignación a su padre está libre de pecado. Ya lo dijo Ortega y Gasset en un artículo fantástico DELENDA EST MONARQUIA . Si tuviera un mínimo respeto al cargo que ocupa - Jefe del Estado - abdicaría y permitiría que España y sus ciudadanos decidieran su modelo de Estado. Pero me temo que poco sabe de responsabilidades. Esos ahora mismo están en hospitales, camiones, supermercados, en el trabajo a través del mundo virtual y no tienen tiempo para escuchar indignidades.
