Yo, Carlos

Blanca Suárez.  Perverso Polimorfo

No hay dos sin tres. Os presento a Isabel de Portugal.  O lo que es lo mismo: la afortunada prometida de Carlos, aquel que será el Primero de España,  nieto de los Reyes Católicos,  y, por ende V de Alemania, al recabar el trono del Imperio Germánico tras la muerte de su abuelo, Maximiliano de Austria, al ser hijo de La Loca y El Hermoso.

Acabo de leer que Blanca Suárez encarnará el papel de la reina, y automáticamente he usado todos mis contactos para ser el rey - emperador de la serie que la 1 estrenará tras la exitosa Isabel.

Eso sí, he modificado ligeramente el guión:

Mantendría la luna de miel en Granada, pero no mandaría retocar ni una sola sala del Palacio de Comares de la Alhambra. Tampoco mandaría construir palacio Renacentista alguno.

Evitaría conflictos con Comunidades y Germanías, renunciando a la corona Imperial. Sí que me trasladaría a Valladolid para que nuestro hijo - Felipe II - fuera vallisoletano, si bien le pondría otro nombre, digamos Pablo, y le haría,  cuando menos republicano.

Dejaría líos con Franceses, Ingleses, Belgas y Turcos Otomanos. Defendería la creación de una nación independiente en la América Hispana, llamada Blanca, cuyos principios básicos fueran 250 años predecesores a los de la Revolución Francesa:

Libertad, en todos sus sentidos, empezando por la sexual.

Igualdad, unificando a todos los habitantes de los países europeos, africanos, y asiáticos llamando al segundo país Suárez, y

Fraternidad, eliminando las diferencias sociales, de género e instituyendo como única tarea obligatoria, la de hacer el amor, cuando menos una vez cada 8 horas, y para dar ejemplo y empezar, el Rey y la Reina, cada 2.

He de suponer que estas ligeras modificaciones, harán cambiar el curriculum de Historia, a cambio de un liderazgo de audiencia insospechado, y una sonrisa perenne, al menos la mía. 

Próximamente en vuestras alcobas, en vuestras pantallas,  eso sí,  en horario adecuado.

Soñar es gratuito. 

Y pedir, a los Reyes...Magos

Perverso Polimorfo

Blanca Suarez, en la red. Intimissimi


Un poema cardiaco
Para fin de año.

El décimo pasó de largo,
A un palmo de quedarme
Calvo, calvo,
Pero por Navidades,
Tradición reciente del perverso
Polimorfo a través del que escribo,
Hablo,
Pierdo la vista y mis impulsos
Más primarios, se descontrolan
Ante imágenes
En tiendas especializadas,
Plasmas de alta definición y,
Si me descuido,
En Sex shops y antros de
Perversión,
 Dando paso al mayor de los fenómenos,
Siendo campanada en vez de uva,
Y cava desde sus labios
Hasta sus pechos,
Para alcanzar el sorbo
Donde está su cielo,
Y la gloria al cerrar sus ojos
Tras perder de vista los míos,
Benditos ellos, 

Entre sus labios.

Arranca el 2015

Intimissimi

Blanca Suárez, Modelo de Intimissimi. Foto de la campaña

Llega la Navidad. No nos engañemos. Momentos de reunión, de comilonas, con dosis de alcohol, y recuerdos, balances, celebraciones rodeadas de luz, serpentinas, adornos....Lo sabemos todos, y bien lo conocen los centros comerciales, que , echan el resto para que dejemos la extra - aquellos que aún tengan la posibilidad de cobrarla - en sus arcas, ávidas siempre de vender , de hasta si pueden, vendernos.

Y para lograr. Publicidad. Los minutos se alargan y recorremos en el anuncio una cantidad desorbitada de colonias y aromas, aromatizadas por famosos actores, y modelos estupendos que hacen creernos con cuatro gotitas hacernos bellos, por arte de magia, por arte de unos pocos de euros.

Y no. No hablaré del anuncio de la lotería. Esa mandíbula desencajada y esos ojos desorbitados me pueden trastornar el sueño. Pero de la campaña de Intimissimi, sí; justo de esta foto, sí, de esa mirada de ojos marrones verdosos y que - no seamos mal pensados - , por el momento, me inspiran una ternura capaz de hacerme olvidar todo, y parar siquiera por segundos el tiempo.

Y justo cuando posa la cabeza, cierro los ojos , y ya no importa nada, ni tan siquiera que nos posea  la artificiosa Navidad.

Sea como fuere,disfruten como mejor lo deseen. En multitud o con intimissimidad