En la Villa Borguese, en Roma, se encuentra un museo donde la escultura alcanza una altura difícil de igualar. Iba con muchas expectativas, y estas se han visto ampliamente superadas. Muchas veces me pregunto que pensarían de ellos mismos aquellos hombres de la Edad Moderna, arquitectos, escultores, pintores, inventores, en definitiva Humanistas, capaces de plasmar en un plano, en un bloque de mármol o en un lienzo, todo y con tanta perfección.
De las maravillosas esculturas que allí se encuentran me llamó de sobremanera la atención el Rapto de Proserpina , cuya historia mitológica podéis leer en el enlace, y sobre todo esa manera en que Plutón agarra a Proserpina, y sinceramente, no sé que es más terrorífico: o la cara de impotencia, de desesperación y de abandono que Proserpina nos obsequia, o esa manera de apretar el muslo, deformando el mármol, y que se transforma en un rostro impertérrito, terrible y dominante que Plutón muestra, seguro de su triunfo, de capturar su trofeo.
A veces una sola escultura sirve para expresar situaciones que lejos de quedarse reflejadas en una obra de arte, son el exponente de muchas Proserpinas que se ven atrapadas por el Plutón de turno, que, ciertamente, estos últimos deberían ser piezas de algún museo, el de los horrores.