En vacaciones, dedicas el tiempo a variadas actividades. Se sigue haciendo limpieza de armarios y archivos, y ahora, por aquello de la tecnología, también se revisan memorias externas y aparecen recuerdos.
Probablemente esta sea una de las fotos más antiguas que conservo. Escaneada para mostrar en las clases el famoso cañón que se construyó en el Kremlin para asustar el avance de Napoleón hacia Moscú. Imponente en tamaño, y el cruel invierno, consiguió el propósito de detener al emperador francés a pesar que no tenía capacidad para ser disparado.
La foto corresponde al año 1991 , cuando a Rusia le quedaban dos telediarios para dejar de ser la URSS y aún siendo marzo la temperatura era de invierno, tanto que el Golfo de Finlandia estaba congelado y estuvimos pisando sobre el mar al visitar San Petersburgo. Fue mi primer viaje al extranjero, y el destino muy especial.
Del grupo de personas que aparecen en la fotografía no sé nada. Compañeros de carrera universitaria , cada cual seguirá sus pasos. A veces me pregunto qué es de ellos y si pensarán lo mismo cuando vean similares fotografías. Es en verano, cuando el tiempo se ralentiza , el momento en que el pasado acelera y se pone a la altura del presente, aún sabiendo que en el futuro volverá a quedarse parado.
Cuando menos, quedarán actualizados en un breve recuerdo de una tórrida noche de verano.