A duras penas recuerdo a Laura; éramos dos adolescentes asustados;
De la que no me olvidaré es de Mercedes; su escandalosa madre;
Ana Bautista fue la mujer de ébano; si abría sus ojos, enraizabas las manos en su cuerpo;
y de Marta aún conservo sus gemidos en mis peores pesadillas.
Lucía me regaló un orgasmo silencioso; jamás volví a escuchar nada igual;
Uno cincuenta de anchura de cama; Esperanza se hundía en ella;
Isabel vivía con tanta intensidad que asimilé el placer con el dolor;
Y sentí el placer de abandonar a Laura en su repetitivo gozo.
Helga fue una aventura alemana sin ninguna dificultad idiomática;
Del Lado Oscuro del Corazón encontré a Inés; la que sabía volar;
Tuve que abandonar el piso de Ana, por si nos escuchaban los vecinos;
y Lucía, de nuevo volvió, para demostrarme, que sí sabía gritar.
Con Hitomi pude casarme; o al menos de sus palabras eso intuía;
Rosa hizo honor a su nombre; sonreía al terminar colorada;
De aquella mujer Michelle, recuerdo, su cuerpo era un témpano de fuego;
Y me gustaban los gemidos de Pilar, grititos entrecortados.
Sigo viendo de vez en cuando a aquella mujer de la cual no recuerdo su nombre;
Me asustan los desvanecimientos de Josefa; duran minutos;
¡ Tampoco hay que exagerar, Berta, no es para tanto !;
Pero lo peor es lo que me hace Candela, casi todas las noches,
al quedarse princesamente dormida.
No hay nada mejor en noviembre, que un poquito de ficción eh ?
Ya son tantos años !!!