Fieles a la tradición, un par de ex - alumnas nos deleitan con su arte, obsequiándonos con un recital narrativo y musical, que, sirve para , entre otras muchas cosas, sea un bálsamo de aceite entre las horas más rutinarias y costosas con los alumnos.
Como casi todo, el azar y una dosis de confianza me lleva a hacer actividades que giran en torno al alumno, pero poniendo a los mismos en el centro de la actuación. Es como si, de repente, hubiese un cambio de papeles y uno fuese el que aprende y recibe lo que los otros ofrecen. Probablemente esa sea la clave de que esta profesión- atacada y en ciertos momentos considerada de privilegiados - sea la más bella que existe.
Cuando el reto no se limita, simplemente a enseñar, sino a ser capaz de seguir aprendiendo de lo que te puedan proporcionar esos jóvenes que atesoran talentos, tanto en lo académico como en lo personal.
En fin, todo para deciros que disfruté nuevamente de la presencia de Rosalía y Rocío como si fuera un adolescente de 1º o 2º ESO
Os dejo mi particular manera de reflejar esos momentos. Por cierto, la canción se la debo a una de vosotras, escuchada en una entrada de su blog, saboreada con una maravillosa Calma.