Recuerdo uno de los primeros, Óscar Carranza. Hablamos de 1994. O sea, hace 27 años. Y si mis cuentas no me fallan ahora mismo tendrá 45 años. No es necesario que os suene el nombre y el apellido. De aquel listado de bachillerato, apenas recuerdo tres nombres y el suyo me es más familiar porque es igual que el mío. Fue un año de iniciación. Recuerdo todas las tardes preparando las clases del día siguiente, Historia de España, aún muy desconocida para un recién licenciado en Geografía y un interino sin experiencia. Renovaba el contrato cada quince días una sustitución y acabé impartiendo clases el curso entero. Desde aquel año, apenas uno o dos cursos he dejado de dar la Historia de España, convirtiéndose a la postre en mi asignatura favorita. Podéis imaginar que la evolución ha sido vertiginosa. Pero lejos de esa imagen estereotipada del profesor con demasiadas vacaciones y fines de semana de regalo, puedo aseguraros que sigo preparando con mimo cada una de las clases. Es cierto que ya las tablas son sólidas pero el reto sigue siendo el mismo. Hacer cercana, atractiva e importante una materia a unos alumnos que - ahí es donde está la magia - siguen siendo similares a Óscar Carranza. Claro, las pintas y la época son diferentes. De hecho me encontraba a mis alumnos en los mismos bares - aquellos llenos de humo - escuchando a los Ramones o a Barricada. Teníamos una chupa de cuero y el pelo largo, incluso con coleta y vaqueros con una camisa sin marca conocida. Ahora - si me los cruzo suele ser por la calle - se quedan mirándome con cara de sorpresa porque ven al profesor con una bolsa del Mercadona e incluso con americana. Es el paso del tiempo. Últimamente recreo muchos momentos con alumnos y en la confusión de tantas generaciones empiezo a tener las sensaciones de estar viviendo una fase final ( a pesar que aún quedan muchos años para una jubilación, si es que esta llega ) donde no recuerdo nombres, mezclo promociones y seguro que miles de anécdotas quedan olvidadas en algún resquicio de la memoria. Y no es porque - toquemos madera - esté perdiendo la cabeza o nada parecido. Creo - simplemente - que el archivo de profesor ha ocupado significativamente la mayor parte de mi memoria . Y se enriquece a través de redes sociales, - sobre todo de los alumnos más recientes, que ya nacieron con el facebook , twitter o instagram en su ADN - que me permiten seguir en la distancia presente en sus vidas y viceversa. Ya he "asistido" a bodas, partos, viajes, trabajos y diferentes avatares acaecidos por cada uno de ellos. Desconozco si forma parte de mi nombramiento de funcionario, pero he de reconocer que es la " mejor paga extra "que he recibido.
Ser testigo de muchas vidas que en la realidad pasaron fugazmente.