Este verano ha tocado la trilogía de Murakami, titulada 1Q84, y que viene a seguir la senda de otras novelas suyas, centradas en personajes solitarios, en busca o acorralados por un mundo marginal, donde el sexo, la juventud, la falta de comunicación y/o la esperanza/desesperanza acorralan a los personajes, o les empujan a salidas cuando menos sorprendentes.
Los dos primeros libros me han parecido magníficos. El pasado, presente y futuro se entrelazan entre dos personajes ajenos en su vida habitual, pero predestinados - prácticamente de nacimiento - y que se encuentran en ese otro mundo, de dos lunas, en ese otro año paralelo 1Q84, y cuyos guiños con el relato de Orwell es más que evidente.
A pesar que el tercer libro rebaja - desde mi punto de vista - las expectativas, y siempre se diluyen y/o no se solucionan algunos de los aspectos que a lo largo de los libros se relata, me ha encantado encontrarme con ese universo, y he de confesar que he mirado al cielo en más de una ocasión, y para que engañaros, me hubiese gustado haber encontrado una segunda luna, a la sombra de aquella enorme y anaranjada de mediados de agosto, adornadas por las Perseidas.