Triángulos

Tenía unos puntiagudos pezones

que geometrizaban su figura.

Describían un triángulo equilátero

cubierto por la tersa y blanca piel

de su cuerpo hasta el oscuro vello.

El rostro correspondía a otro mundo,

presentando una boca con palabras;

su sonrisa respondía las dudas

y sus labios eran su afirmación.

Sus ojos negros poseían las almas;

su tez clara cegaba las miradas

y sus cabellos brillaban como el sol...

Sus senos eran inmensos;

caliente nido acogedor

que albergaba mis frías manos

en las largas noches de invierno.

El tan sólo acariciarlos

llenaba mis oídos de plegarias,

ruegos, oraciones y jadeos,

cómo un poderoso y agradable eco

que inundaba la habitación.

Los pezones, cómo ricos caramelos

relamidos hasta la saciedad,

se erizaban hacia el firmamento

eclipsando cualquier otra estrella;

sus mamas se endurecían como islas

de un somero, mas agitado océano,

desbordado por sudor y saliva

que descendía buscando mejor puerto,

donde encontré el trato de una mujer

al entrar mi miembro en ella.

una vez saciado de sus encantos

pensé salir en busca de otros triángulos.