Todas las luces son verdes, van de aquí al infinito
Esa noche prometía. No era como aquellas olvidadas, basadas tan solo en derrapar y llegar primero. Tenía la conciencia tranquila y no pensaba detenerme ni tan siquiera cuando la luz estuviera en ámbar. A la carretera le sobraban kilómetros y además no te encontrabas con demasiadas curvas. La luna llena te permitía hasta avanzar con las luces apagadas y corría una suave brisa, no demasiado cálida, que te permitía respirar y acelerar, respirar y acelerar.
El depósito desbordaba diesel y garantizaba una autonomía de 1000 kilómetros. La distancia que a veces nos separaba. 120, 140, 160 el radar jamás saltaba porque no se rodaba sino que se levitaba sobre la carretera recién asfaltada. Quedaban pocos metros para la definitiva frenada. Al fin paré. El porche de tu casa apagó la luz a la vez que los primeros rayos de sol sobresalían por la montaña colindante. Era como la postal idílica que todo ser vivo hubiera soñado. Por fin íbamos a encontrarnos cuando por una extraña razón miré fijamente a las ruedas.
Pensaba que todo se había detenido pero estaban las cuatro ahí, frenéticas girando.
Marchuqui de viernes!
ResponderEliminarBesitos
Que tenga continuidad hoy
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Acelera!!
ResponderEliminar; )
Besos.
Hasta el fondo!!!
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A veces no podemos detenernos, ni queriéndolo. Incluso ni necesitándolo.
ResponderEliminarMe gusta este final que me abre a múltiples interpretaciones
Un abrazo
Ya contarás tu final
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El relato promete, nos vamos animando pero el final es genial, queda abierto y que cada cual ponga el final o el continuará. Un abrazo
ResponderEliminarTe digo lo mismo. Ya m contarás el final
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Me ha gustado mucho tu relato y quedo muy intrigada dándole yo mi respuesta.
ResponderEliminarY cual es?
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Buen relato y mejor final, enhorabuena.
ResponderEliminarGracias
EliminarBienvenida
Besos
No estaba en su destino detenerse... seguirá hasta que la carretera se acabe (o el combustible.
ResponderEliminarUn abrazo, Óscar.
Igual es mejor
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Me has hecho volar... un placer leerte.
ResponderEliminarMil besitos y feliz finde.
Esperemos que aterrices cerca y bien
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Pisa freno, que te pasas. :) bonito relato, el final me ha encantado.
ResponderEliminarBesos
Si tú me lo dices, freno en seco
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Que guay!
Eliminarhe de reconocer que no me gustan los límites de velocidad...
ResponderEliminarPero me parece que a ti aún menos,
besos
Los límites deben ser para evitar males mayores
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Hoy con lo del diesel lo tendría crudo...
ResponderEliminarBesos.
Crudo está siempre, independientemente del combustible
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Cuando algo promete, se levita, ya sea en moto o caminando :)
ResponderEliminarBesos, Profe.
Hasta caer a tumba abierta
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Un viaje veloz con destino de postal y final con inercia...
ResponderEliminarSaludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarY la inercia se mantiene hacia el infinito
EliminarSaludos
Eres un escritor increíble, estoy segura que la mayoría no pillamos en absoluto el mensaje, pero pasa que da igual, porque es tan bello y tan interesante lo que escribes, que cada uno lo interpreta como le da la gana.
ResponderEliminarA mi, me ha llevado a un cine al aire libre con una gran pantalla y los dos comiendo palomitas. Ya ves tú...
Besos
Un plan perfecto.
EliminarEl coche lo pongo yo, la peli la eliges tú
Besos
Ay!
EliminarEl autocine me recuerda la canción de Sabina, una de romanos.
ResponderEliminarSalu2 románicos.
pues a mi a Sabino Méndez, la que suena
Eliminarsaludos