Oscilo entre los 75 y 80 Kg., que, para mis 159 centímetros, significa un sobrepeso que, siendo generoso, se sitúa en 10 kg. y siendo justo muy bien podría cifrarse en 15 kg. Cuando uno calcula el Indice de Masa Corporal, aquí podéis hacerlo, con cifras cercanas a 30 , aparecen esos mensajes reales, sobre problemas cardiacos, de hipertensión, recomendándote ejercicio y una dieta saludable.
Pero no os quiero hablar de esto. Hoy me ha ocurrido algo muy desagradable en mi centro de trabajo. La mayoría sabéis que soy profesor en un Centro de Secundaria. En una actividad que hacíamos en el exterior del aula, he observado a un alumno, normalillo ( en estos tiempos podemos decir que bueno ), con ciertas dotes para el estudio y con una razonable disposición para aprender. Una joya para estos tiempos.
De todos es sabido que en la adolescencia, somos monstruos en continua transformación: físicos, de personalidad... una vorágine de hormonas que hacen que todo, absolutamente todo lo de uno, sea importante. Pues bien. Este alumno no ha querido participar en la actividad y cuando me he acercado para interesarme por esa actitud tan extraña, el alumno, ha sollozado, primero, para después llorar de manera desconsolada y con la respiración entrecortada.
Indagando un poco más, resulta que el alumno ha sido humillado, básicamente, por su apariencia física, por su gordura, más que evidente. Y estaréis pensando que la crueldad de los adolescentes no tiene límites, cierto; no pierden la oportunidad nuestros jóvenes, nuestros alumnos, para atacar ( cuando no destrozar ) a sus compañeros: por su acné marcado, por su poca gracia, incluso por su capacidad de estudio...eso que se llama Bulliyng ( acoso escolar ) .Cualquier resquicio es aprovechado por los adolescentes para atacar y /o creer defender a sus compañeros, a sus amigos del alma o enemigos irreconciliables...
Pero lo grave, realmente muy grave, es cuando la humillación no procede de entre iguales, de entre alumnos, sino que procede de un profesor. ( Aunque este sustantivo le cae muy grande al individuo en cuestión ).
Cuando yo era pequeño, fui a las pruebas de fútbol del R.Valladolid. Las probabilidades de que yo hubiese pasado las primeras pruebas eran ínfimas, nulas. Pero no me dejaron ni tan siquiera intentarlo. Un señor que estaba allí, con un chandal del equipo de mis amores, me dijo: niño, vete a casa que eres muy bajito para jugar al fútbol.
Afortunadamente, hasta el año pasado seguí jugando al fútbol, y sigo siendo seguidor del Pucela. Y sigo siendo bajito, y gordo, aunque esto último lo he de resolver. ( Con tiempo )
En esta entrada no voy
a poner la opción de comentarios.
Espero que lo entendáis.
Os agradezco vuestra lectura
que siempre es apreciada.
Gracias