De viaje al Olimpo

Segesta (Σέγεστα) fue una ciudad de Sicilia al noroeste de la isla, a unos 10 km de la costa y a unos 50 km al oeste de Palermo.

Aún recuerdo ese viaje en coche, con las ventanillas bajadas, atravesando campos verdes de vid y olivo, casi sin tráfico, y al compás intermitente del sirocco. Se hizo deliciosamente largo porque el acelerador hacia suspirar emotivamente al motor con la canción del ralentí…

Segesta era una de les ciudades principales del pueblo élimo, una de las tres poblaciones indígenas de Sicilia. La historia de Segesta se sitúa en un conflicto permanente con Selinus (la actual Selinunte ), que probablemente intentaba asegurarse un puerto en el Mar Tirreno. Ahí empezaron las coaliciones: Segesta pensó en Atenas, pero aquello no le dio ventaja alguna, mientras que Selinunte puso de su lado a Siracusa, consiguiendo asediar a Segesta tanto por tierra y mar. Desesperados, pidieron ayuda a Agrigento, a Cartago, además de Atenas, y el conflicto paso a ser secundario al enfrentarse “ las ciudades mayores”, en este caso, Atenas y Siracusa.

Recuerdo que de camino paramos, brevemente en una población pequeña, con pocos aldeanos de miradas desconfiadas y parcos en palabras, que sonrieron abiertamente cuando devoramos una hermosa y dulce raja de sandía; era tan roja que parecían ríos de sangre los que discurrían entre nuestras manos.

Los Atenienses, incapaces de dominar a Siracusa, dejaron a merced a los segestanos, expuestos a los ataques de Selinunte, pero fue salvada por Cartago, que con 5.000 africanos y 800 mercenarios vencieron a Selinunte arrasándola por completo.

Recuerdo vagamente Selinunte…sin pilas en la cámara de fotos, anduvimos sobre enormes bloques de piedra, pisando columnas dóricas largas como caminos y recreándonos en los frisos que a la altura del suelo, te miraban a la cara. Tras unas horas bajo un sol de justicia, observamos las ruinas de un templo junto a la arena de una playa abandonada… era el Olimpo y nosotros unos dioses improvisados.

( La foto es de Agrigento…una diosa a punto de derribar el último entablamento que quedaba en pie…)

Segesta quedó como una ciudad aliada dependiente de Cartago y fue fiel a la alianza hasta el 397 a. C cuando la expedición de Dionisio el Viejo de Siracusa al oeste de Sicilia puso en serias dificultades a los cartagineses. Segesta fue asedida por Dioniso pero la ciudad resistió hasta la llegada de refuerzos cartagineses dirigidos por Himilcón que obligó a Dioniso retirarse.

La ciudad no vuelve a ser mencionada hasta la época de Agatocles. Al regreso de éste de África ( 307 A. C.) desembarcó en Segesta y fue recibido como amigo y aliado, pero súbitamente el tirano se volvió en contra y mató a todos los ciudadanos varones (unos diez mil ), saqueando la ciudad y vendiendo a las mujeres y los niños como esclavos. La ciudad fue rebautizada Dicèpolis y dada como residencia a los desertores y fugitivos que se habían pasado a su bando.

Recuerdo que esta parte de Sicilia es como un parque temático griego. Segesta, Selinunte y Agrigento consiguieron transportarme y me hicieron admirar, de por vida, el equilibrio de las dimensiones, la proporcionalidad en las formas y la grandeza de las civilizaciones pasadas ( no por ellas más justas que las actuales )

Segesta fue posesión cartaginesa hasta la Primera Guerra Púnica; el primer año de la guerra fue atacada por un cónsul romano sin éxito, pero un poco después la ciudad mató a la guarnición cartaginesa y se declaró aliada de Roma. La ciudad fue muy bien tratada por Roma por ser su primera aliada en la isla y por la mítica descendencia troyana de sus habitantes.

La ciudad recibió la ciudadanía latina y entró en decadencia bajo el Imperio. Fue destruida por los Vándalos, siendo restaurada, para ser definitivamente destruida por los ataques Sarracenos.

El templo dórico hexástilo inacabado de Segesta está construido en un cima justo fuera de la ciudad de la antigua Segesta con una vista muy bella sobre el valle. Es uno de los templos griegos mejor conservados. Seguramente por varias causas a la vez: por su aislamiento arriba de un cerro, sin tentaciones de utilizarlo para materiales de construcción locales, y porque nunca ha sido profanado debido a que no se había completado.

Nunca se le puso tejado, y sus columnas permanecen en bruto, esperando ser estriadas; yo no pude al no ser arquitecto o escultor , al no poder apenas salir de mi asombro al ver mi primer templo clásico. Al sentirme rendido ante tanta Historia.

Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma.

George Bernard Shaw

Sicilia también tiene unas ciudades barrocas de ensueño, villas y ciudades romanas, pueblos y parajes de y para la mafia, hasta un cementario cinéfilo usado en el Padrino y no nos olvidemos del Etna, camino imprescindible para alcanzar el Olimpo.

He aquí. junto a uno de los múltiples recuerdos de la última erucción.

Sicilia, bien se merece una segunda parte o tercera,

como el Padrino.

Conté con wikipedia, claro